jueves, octubre 12, 2006

La Sensibilidad de Hitler

La semana anterior se llevó a cabo en el sur de Inglaterra una millonaria subasta de varias acuarelas de Adolf Hitler, pintadas cuando servía en el Ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial y luego ocultas por más de 60 años.

Aunque suene extraño, el tirano y genocida tenía un lado sensible el cual trató de cultivarlo en la pintura.

La mayor venta de obras de Hitler en muchos años, atrajo coleccionistas de Rusia, Estados Unidos y Sudáfrica, a pesar de las dudas sobre si era adecuado subastar obras del artífice del Holocausto.

Las pinturas de Hitler de escenas rurales en la frontera de Bélgica y Francia fueron ofrecidas a Jefferys después de que la casa subastara una acuarela por 10.000 dólares en noviembre de 2005.

Una anciana en Bélgica, que quiso permanecer en el anonimato, se comunicó con la compañía y ofreció la venta de 21 obras que habían sido halladas en los 80 en un ático de una casa cercana a Huy.

Dos refugiados de Francia, que aparentemente volvían a su casa, habían dejado una caja sellada allí en 1919, un año después del fin de la guerra, con las acuarelas dentro.

Las obras llevan la firma AH y Adolf Hitler. Hitler había pasado "períodos de descanso" cerca de Le Quesnoy en los inviernos de 1917 y 1918, según un historiador al que se pidió que viera la procedencia de las pinturas.

Un especialista en arte concluyó en 1986 que las firmas parecían auténticas, aunque el patrón de las pinturas no era tan alto como anteriores obras de Hitler, quizás debido al material y a las condiciones psicológicas.

El dirigente nazi mostró su talento artístico en Austria, cuando era niño, y quiso ser artista. Fue rechazado en dos ocasiones por la Academia de Bellas Artes de Viena. A pesar de su fracaso, decidió quedarse en Viena, viviendo de la venta de sus pinturas con grandes dificultades económicas, para seguir pintando y presentarse a un segundo examen de ingreso, que no llegó a realizar nunca.
Hitler fue un mal estudiante en el colegio que siempre mostró interés por el dibujo, dilapidando cientos de horas leyendo novelas de aventuras.
Las riñas con su padre eran continuas. Alois, con 63 años, se sentía desesperado ante la pereza e indisciplina de su hijo. Adolf Hitler recordaba de la siguiente manera la discusión con su padre cuando le propuso abandonar la escuela para dedicarse a los estudios artísticos: “Mi padre se quedó atónito. Asombrado, exclamó:
-¿Un pintor?, ¿un artista…?
Pensó que estaba loco o que no había oído correctamente mis palabras o, quizás, que las había malinterpretado. Pero cuando le expliqué mis ideas y lo serio de mi decisión se opuso con la tenaz determinación que le caracterizaba.
-¡Artista! No, mientras yo viva, ¡nunca!”
El Fuhrer perdió a su padre dos años después. Tras la muerte de su progenitor, sus estudios fueron de mal en peor, dedicándose a dibujar planos para la remodelación urbanística de Linz y pintando acuarelas y postales que le reportaron ingresos cuando dejó de percibir su pensión paterna.
Es una verdadera lástima para la humanidad que lo hubieran rechazado en la academia de Bellas Artes.

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