lunes, noviembre 20, 2006

La Conciencia de Los Animales (Parte II)

Fuente: The Wall Street Journal
El periódico The Wall Street Journal publicó recientemente un artículo titulado “ladro, luego existo” en el que advierte sobre recientes descubrimientos sobre comportamientos inteligentes de los animales que no solo aprenden y recuerdan sino que, además, tienen conciencia.
Las nuevas hipótesis generan cuestionamientos éticos en nuestra relación con el reino animal.
Por ejemplo The Wall Street Journal se pregunta: “ si los monos muestran señales de conciencia, ¿la tendrán también otros animales? ¿Eso quiere decir que no deberíamos cazarlos, encerrarlos o comerlos?
Los críticos de la experimentación con animales aseguran que criaturas como las ratas, que están en lo más bajo de la escala evolutiva, son capaces de sufrir, aunque luego no puedan reflexionar sobre ello.
Sin embargo, algunos investigadores se oponen a estos resultados, argumentando que las personas estamos demasiado deseosas de atribuir a los animales funciones y estados mentales complejos, que simplemente no existen.
Bonnie Beaver, profesora de medicina veterinaria en la Universidad A&M de Texas, dice que cuando los perros están inquietos en una jaula nueva, muestran que no están familiarizados con el entorno, y no un malestar porque su dueño está de vacaciones. Además explica: “si un perro parece sentirse culpable después de ensuciar la alfombra, lo que muestra es sumisión; no una emoción más compleja”.
El problema está en que todos los animales, salvajes y domesticados, siguen actuando como si realmente tuvieran emociones similares a las humanas.
El mes pasado un oso panda de un zoológico chino llamado Ya Ya, mató sin querer a su recién nacido. Parecía inconsolable. Su guardián dijo que cuando la llamaba, se limitaba a mirarlo con los ojos llenos de lágrimas. La interpretación convencional es que esta reacción era instintiva y que Ya Ya no sabía que estaba triste.
Pero a medida que se acumulan nuevas pruebas sobre la conciencia animal, ese argumento de que los humanos atribuimos a los animales funciones mentales, resulta cada vez más difícil de defender.

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