miércoles, mayo 09, 2007

Una Familia colombiana es la dueña de la mayor colección de obras de Andy Warhol en el mundo

Fuente: El Tiempo

Hace menos de un es, el mundo del arte contemporáneo se sacudió ante un reporte de que los dueños de una de las mayores colecciones privadas de Andy Warhol pensaban venderla por mil millones de dólares al reino de Dubai.

Y aunque el acuerdo no ha sido confirmado, la noticia retumbó especialmente en nuestro país, al conocerse que la familia detrás de la supuesta venta es en buena parte colombiana.

Se trata del israelí José Mugrabi, de 68 años, y sus hijos Alberto, de 36, y David, de 35, los dos nacidos en Colombia. La familia está radicada actualmente en Nueva York, donde se mueve en las altas esferas de coleccionistas y corredores de arte.

José, el mayor de siete hermanos, llegó a Colombia desde Israel, en 1951, cuando apenas tenía 16 años. Se estableció en Bogotá bajo la protección de un tío que ya llevaba años trabajando en el sector textil. Fiel a la reputación de los inmigrantes del Medio Oriente que llegaron al país por esa época, José Mugrabi resultó un gran vendedor.

Esa habilidad le ayudó a avanzar en la industria, donde vendía telas al por mayor y al detal. El negocio prosperó y le permitió amasar una pequeña fortuna. A comienzos de los años 70 se casó con una brasileña, con quien tuvo a Alberto y David. Los dos nacieron en Colombia y estudiaron en el colegio Nueva Granada.

Hacia el año 83, cuando David tenía 12 y Alberto 13 años, José salió de Colombia por tres meses y regresó con la esperanza de que la situación de violencia, que atravesaba el país en ese momento, se terminaría. Pero no fue así.

Después de muchas consideraciones tomó la decisión de viajar a Miami, donde no logró ubicarse, y luego a Nueva York.

En esa ciudad intentó abrirse campo en el sector textil pero se dio cuenta de que la dinámica del mercado era diferente. En Estados Unidos, la gente prefería comprar la ropa hecha en lugar de comprar la tela y mandarla hacer.

Justo cuando estaba tratando de decidir qué hacer en Norteamérica, un amigo que trabajaba en una asesoría de arte al Citibank le propuso comprar, por simple placer, un cuadro de Renoir.

A Mugrabi, que no tenía ni la menor idea de arte, no le sonó muy bien la propuesta. Pero el amigo insistió tanto, que para que no lo molestara más, accedió. El tener ese Renoir en la sala de su casa le abrió la puerta a otro mundo y despertó su gusto por la pintura.

Así que decidió seguir comprando cuadros de artistas impresionistas. Pero romper la barrera del cerrado círculo del arte en Nueva York resultó algo difícil. Además de que la oferta de las obras de los clásicos eran muy escasas, los precios eran astronómicos, fuera del alcance de Mugrabi.

Fue un proceso de aprendizaje fuerte. Pero José se dio cuenta que contaba con una ventaja: el buen ojo que tenía para los textiles, también lo tenía para el arte.

Entonces decidió concentrarse en los artistas del momento. Esta estrategia tenía otra ventaja: las obras estaban valoradas en miles de dólares, no en cientos de miles o millones como los impresionistas.

Aunque para los años 80 Warhol ya había sido descubierto y era exitoso, José Mugrabi, como extranjero, vio en las imágenes del artista un simbolismo mucho más poderoso que el que veía la mayoría de los estadounidenses. Para ellos las latas de sopa Campbell era algo de todos los días.

Además, gracias a que Warhol fue muy prolífico, sus obras no habían alcanzado precios exorbitantes.

Esa fascinación con Warhol, lo llevó a acumular la que se dice es la mayor colección privada del artista. Las obras han sido exhibidas en museos de 20 países en calidad de préstamo.

La valorización del artista estadounidense parece imparable: El Warhol más caro vendido en subasta, un retrato de Mao Tse-Tung, fue comprado en noviembre pasado por 17 millones 400 mil dólares. Y se espera que en mayo su trabajo alcance un nuevo récord cuando 'Green Car Crash' sea subastada en Christie's de Nueva York, empezando en 35 millones de dólares.

Gracias a las visitas a museos y galería desde su adolescencia, los hijos de José, Alberto y David Mugrabi también descubrieron su pasión entre las pinturas.

En el 92, luego de estudiar finanzas en Boston, Alberto se unió al negocio de colección y corretaje de arte, un sector muy exclusivo y en el que prácticamente se mueve el mismo grupo de personas trabajando con una oferta de obras muy limitada. Aquí es donde se mide la influencia de los Mugrabi, que prácticamente son obligatorios en cada subasta de arte moderno en Sotheby's y Christie's, ya sea vendiendo, comprando o asesorando a otros ávidos coleccionistas.

Sobre este trabajo Alberto Mugrabi afirma: "En el arte, más que con obras, se lidia con historias. Quien ha tenido la pieza y su procedencia son tan importantes como el trabajo en sí". Otros artistas en los que se han concentrado los Mugrabi incluyen David Hirst, Doris Salcedo y Fernando Botero.

Pero más que una dinámica favorable de oferta y demanda, lo que ha hecho que los Mugrabi prosperen, según Alberto, es que no ven el arte como un negocio, sino como una pasión.

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