jueves, mayo 10, 2007

Taiwán busca su propia identidad para diferenciarse de China

Fuente: THE WALL STREET JOURNAL

Durante años, Taiwán se definió a sí misma como “la China libre”,
La contraparte democrática de su vecino comunista. Pero a medida que China se liberaliza e incrementa sus lazos económicos con los países desarrollados, esta diferencia se ha desvanecido. Para formar su propia identidad, la isla adelanta proyectos para resaltar su cultura local y promocionar sus características naturales.

Esta situación se traduce en una actitud más abierta hacia el resto del mundo. Taiwán fue la primera sociedad china en instaurar la democracia, lo que es una fuente de gran orgullo para los taiwaneses.

Este sentimiento se manifiesta en una amabilidad y hospitalidad hacia los extranjeros que supera las de Hong Kong y del resto de China.

A diferencia de su vecino, Taiwán no reprime la religión, por lo que han florecido el taoísmo, el budismo y el confucionismo. Esto enriqueció y profundizó la cultura china en la isla, mucho más que en el continente. Pese a abrir hace dos años el edificio más alto
del mundo, el Taipei 101, la isla no atrae a tantos turistas como quisiera. Sin embargo, cuenta con una amplia variedad de atracciones. El campo es impresionante, con montañas, cañones y ríos espectaculares.

Un nuevo tren de alta velocidad disminuyó de cuatro horas a 90 minutos el tiempo de viaje a Kaohsiung , la segunda ciudad del país.

Además, a finales del año pasado se reabrió el Museo Palacio Nacional después de una ambiciosa renovación interior. Aquí se puede ver una de las mejores colecciones de arte chino del mundo.

Muchos taiwaneses que rechazan los reclamos territoriales de China llevan a cabo negocios con compañías de ese país o tienen inversiones allá.

Las relaciones son cordiales, pero Taiwán busca establecer su propia personalidad hacia el mundo. En un momento continuaremos con este informe en CULTURA GENERAL

A medida que China se convierte en uno de los puntos centrales de Asia tanto para el turismo como para los negocios, Taiwán ha respondido relajando sus restricciones, como lo hace su vecino. Las renovaciones en el Museo Palacio Nacional son un ejemplo de este espíritu.

La mayor parte de su colección fue traída de China por las fuerzas de Chiang después de la Segunda Guerra Mundial, y el estilo formal del edificio simbolizaba los últimos vestigios de la vieja guardia que gobernó Taiwán con mano de hierro. Ahora, el museo se ha renovado con toques modernos, una gran escalera y mejor iluminación.

Taiwán es más que museos y comida. También tiene el impresionante Cañón Taroko al oriente de la isla, los templos históricos de Tainan, en el sur, y la pintoresca aldea de Jiufen, a una hora en tren y taxi de la capital.

Si le sorprende la amabilidad de la gente de Taipei, espere a ver la del resto de los habitantes de la isla. Un periodista de The Wall Street Journal contó que cuando visitó una tienda de té en Jiufen recibió una hora de pruebas gratis de diversas variedades de té.

Cuando pidió indicaciones para llegar al templo de Fushan, el empleado de la tienda tomó un paraguas y lo condujo en una
caminata de 20 minutos, a través de escaleras y calles empinadas,
hasta el templo. Allí, le mostró cómo encender inciensos para colocarlos como ofrendas.

Después de casi una hora, se negó a recibir cualquier tipo de propina.

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