viernes, diciembre 15, 2006

James Bond, diamante eterno (Parte II)

Fuente: The Wall Street Journal

Antes de morir, el productor Albert Bróccoli le dio un sabio consejo a sus hijos: cuidar su propia joya de la corona, los derechos sobre las películas de James Bond.
Ellos han seguido la recomendación al pie de la letra y obviamente cobran por ello. Por cada filme, los Broccoli tienen un salario y reciben parte de las ganancias pese a que no aportan dinero a la producción ni al marketing. Según fuentes cercanas la pareja podría recibir un porcentaje de hasta el 25% por producción.

Lo cierto es que los hermanos se han empapado del negocio desde niños. Bárbara solía visitar los rodajes y trabajó como asistenta de dirección mientras su padre vivía. Michael, abogado y coleccionista de fotografías del siglo XIX, ha aparecido varias veces en las películas, interpretando papeles pequeños. En Casino Royal por ejemplo, es un jefe de policía que es arrestado en Montenegro.

Este nivel de compromiso les da derecho a proteger la marca desde la esencia misma de la construcción del producto. Pero
contrario a lo que se cree, no hay un libro de reglas que dicte cuántos martinis tiene que tomarse Bond, a cuántas de sus cómplices debe llevarse a la cama, ni cómo debe lucir el esmoquin. Barbara explica sus criterios: “Tenemos ciertos instintos sobre lo que es adecuado para Bond y lo que no”.

A estas alturas, los Broccoli han lidiado con varias generaciones de ejecutivos. Las discusiones que surgen con más frecuencia son sobre los diálogos y si éstos son fieles al personaje. Por ejemplo, en Otro día para morir, de 2002, el director Lee Tamahori propuso una escena en la que Sean Connery —el primer y más famoso Bond—, le daba consejos al Bond de entonces, Pierce Brosnan, en un remoto castillo escocés. Era el tipo de aparición que habría generado mucha publicidad, pero los Broccoli se opusieron rotundamente.

Sin embargo, sus intuiciones no siempre han sido acertadas. La jefa de promoción de MGM, Karen Sortito, recuerda que libró una dura batalla con los Broccoli para convencerlos de incluir un BMW descapotable en GoldenEye. Los productores no querían quitarle protagonismo al tradicional Aston Martin pero finalmente, el acuerdo se cerró después de que la automotriz alemana prometiera US$30 millones en publicidad y autos gratis para el rodaje. Después, la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard hizo un estudio sobre cómo la marca Bond ayudó a vender el nuevo modelo de BMW.

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