miércoles, junio 06, 2007

Para una piel sana, apague el cigarrillo

Fuente: Portafolio
Al cigarrillo se le atribuye aumentar al doble las probabilidades de morir a causa de ataques cardiacos y de afectar todos los órganos del cuerpo. Ahora al cigarro también se le acusa de atacar la piel.

¿Las consecuencias? Arrugas prematuras, falta de luminosidad, piel de color grisáceo y opaca. Eso sin contar con que el gesto de aspirar el cigarrillo obliga a contraer los músculos de alrededor de la boca, lo cual produce arrugas conocidas como el ‘código de barras’. Además, cada vez que se da una fumada y se desprende humo del cigarrillo, los músculos del contorno de los ojos se contraen y aparecen las famosas patas de gallo.

La nicotina provoca el encogimiento de los vasos sanguíneos de la dermis lo que disminuye el oxígeno celular, acelerando el envejecimiento de la piel. También se aumenta la la viscosidad de la sangre, y se disminuye la síntesis de colágeno. Fumar un solo cigarrillo encoge los vasos durante 90 minutos. Así que una persona que fuma un paquete diario deja las células de su piel sin el oxígeno necesario para el metabolismo, lo que provoca el deterioro. Ese daño en la dermis hace que las fibras de elastina de los fumadores sean más gruesas y fragmentadas, y que disminuya la síntesis de colágeno, con un solo resultado: envejecimiento prematuro.

En una entrevista para el periódico Portafolio, el dermatólogo Andrés Grueso dijo que el cigarrillo produce en largo plazo, ateroesclerosis.

Según el experto, y contrario a lo que se cree, la piel no se nutre de afuera hacia adentro sino al contrario. Su fuente son los vasos sanguíneos.

En las personas fumadoras que tienen la piel normal o seca, esta suele verse mate y con arrugas. No es usual que el olor del tabaco se impregne en este tipo de pieles.

En personas fumadoras que tienen la piel grasa o mixta, o bien sensible y reactiva, suelen aparecer poros dilatados y obstruidos, porque las partículas de alquitrán del humo llegan a los poros. Las consecuencias son los puntos negros causados por el contacto de la grasa de la piel con los agentes oxidantes del humo. En este tipo de personas, el olor del tabaco impregna la piel y por eso siempre huelen a cigarrillo.

Dejar de fumar, detiene el envejecimiento prematuro de la piel y la aparición de arrugas, que se originan por falta de oxígeno. Si usted es fumador y deja de hacerlo, verá como en menos de 3 meses, su piel recuperará el color de manera progresiva.

Los poros se liberan porque ya no están en contacto con la suciedad del humo ni con su acción oxidante de la grasa. La piel aparece cada día más limpia y los poros más cerrados. Según la experta en estética Felicidad Carrera , la epidermis puede recuperarse así misma, pero si se le ayuda con masajes y aplicación de toallas calientes, los resultados serán mejores.

Otro aspecto para considerar es la alimentación, pues luego de dejar de fumar hay personas que suben de peso. Para evitar engordar, hay que tratar de comer racionalmente, evitando grasas, dulces y carbohidratos.

Tomar agua aumenta la sensación de saciedad y limpia el organismo de la nicotina.
También, bajo vigilancia médica, se puede pensar en iniciar un programa de ejercicio. La mejor opción es caminar a buen paso. Al empezar no se recomiendan las actividades muy fuertes porque el sistema cardiovascular está deteriorado por el tabaco y hay que darle tiempo para que se recupere.

El ejercicio físico, además de calmar la ansiedad del fumador, sirve para quemar calorías, distrae, brinda una sensación de bienestar y alivia los síntomas de depresión.

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